Alicante siglo XIX

Alicante, el último siglo y medio.

Durante los últimos 150 años, Alicante ha sufrido mil incidencias dignas de ser relatadas; años de vida activa, alterada con épocas de crisis, por cambios políticos -Monarquía, República, Dictadura, Democracia -, por triunfos y derrotas, gozos y lagrimas.

Vamos a acentuar algunos hechos que, por una u otra causa, han participado muy directamente en la vida alicantina desde mediados del siglo XIX hasta cerca de nuestros días: pongamos como ejemplo de gran trascendencia los agobios de una ciudad amurallada y la necesidad de derribar estas defensas, que hacían imposible una expansión de la misma. Cuando arranca el año 1850, la ciudad tiene aproximadamente unos 20.000 habitantes; son quienes han recibido una especial herencia de sus antecesores: una ciudad asfixiada por sus murallas.

Club de regatas 1890

Explanada de España 1898
Aunque no resulta tarea fácil derribarlas, todo lo contrario, fue preciso recorrer un largo camino que, iniciado precisamente cuando en el año 1858 viene a Alicante la Reina Isabel II para inaugurar el ferrocarril entre Madrid y nuestra ciudad, hospedándose en el Palacio municipal, que había sido debidamente acondicionado, se produce la petición de Alicante por boca de su alcalde, José Miguel Caturla. A la pregunta de Su Majestad -"¿Como recompensar a los alicantinos?" -, respondería Alicante con un planteamiento serio y razonado, sin duda alguna recordando a Isabel II que "Alicante estaba encintada desde el siglo XVI entre sus caminos cubiertos que desde lo alto del Castillo de Santa Bárbara descendían hacia el final de la calle de la Villa Vella y hasta, aproximadamente, el inicio de la avenida de Alfonso el Sabio.
La muralla descendía hacia el mar por la actual Rambla y en cada una de sus entradas había sus torreones, algunos con capilla - San Sebastián, Monserrate - y sin que faltara su casalicio con una devota reproducción de la Santa Faz". El alcalde y varios miembros de la Corporación expusieron a S.M. los más importantes problemas de la ciudad, que previamente habían sido dados a conocer al ministro de Fomento, y que se podrían resumir así: Limpieza del Puerto por medio de dragas, considerado esto para los gastos como de interés público. La corrección de su plano de construcción sin interrumpir la consecución de las obras. El establecimiento de una sucursal del banco, que aumentando la cantidad de dinero en circulación haga bajar el tipo corriente de descuento. El ensanche de la ciudad, sea por medio del derribo de las murallas o simplemente por el permiso de edificar fuera de ellas.

Ayuntamiento de Alicante 1898
   Puerto de Alicante 1900
La apertura de dos puertas laterales a la de San Francisco, costeándose esta obra por el Ministerio de la Guerra. La construcción por parte del estado de un Palacio de Gobierno que reúna todas las oficinas y dependencias, que en el día pagan cuantiosos alquileres, y finalmente, la imprescindible necesidad de que se apruebe por el Gobierno la propuesta de arbitrios que la Municipalidad se propone hacer, puesto que los ingresos de que dispone la Corporación están muy lejos de bastar para cubrir los gastos de una ciudad cuya prosperidad se desarrolla rápidamente. Estas fueron las razones fundamentales de una ciudad que, en "el recuento general practicado el 21 de mayo de 1858", señala que en Alicante hay 15 plazas, 125 calles, 2.490 casas y 16.687 habitantes; fuera de las murallas, en el barrio de San Antón, hay 2 plazas, 16 calles, 417 casas y un total de 2.796 habitantes; en el arrabal Roig, 4 calles, 171 casas y 859 vecinos. En consecuencia, el cómputo total señala que la ciudad tiene 17 plazas, 145 calles, 3.078 casas y 20.342 habitantes.


La respuesta al alcalde Caturla se produce dos meses después - Isabel II llegó a Alicante el 26 de mayo de 1858, y la contestación es remitida al Ayuntamiento con fecha 13 de julio -, en una Real Orden transmitida por el ministro de la Guerra, haciéndose constar que "atendiendo la Reina (q.D.g.) a la conveniencia y necesidad de dar mas extendidos limites a la ciudad de Alicante, ceñida hoy por un recinto que impide su crecimiento y deseosa de proporcionar el bienestar y el progresivo desarrollo que la industria y comercio experimentan con motivo de hallarse ya en explotación el ferrocarril que la une con la capital de la Monarquía, he tenido a bien y tomándose en cuenta lo expuesto por el Ayuntamiento y Junta de Comercio, autorizar el derribo de sus murallas determinando que Alicante deje de ser plaza de guerra..." ¡Hermosa frase! Autorizar el derribo de las murallas y que Alicante deje de ser plaza de guerra. Aunque no fue tarea fácil conseguir los propósitos de Alicante, tan justamente concedidos por la Reina; ya que la interpretación de la Real Orden resultaba confusa o muy clara, según quién.




De todas formas, después de muchos escritos y réplicas entre la autoridad militar y el Ayuntamiento, este señalaría la necesidad de levantar un plano para fijar en él el proyecto de la "nueva ciudad", que naturalmente había de surgir tras la eliminación de los muros, pues no hay que olvidar que antes de que finalizara el siglo "fuera de murallas" estaban trazadas o iniciadas las avenidas de Alfonso el Sabio, Marvá, Soto, Mola, Gadea, Maisonnave, y los barrios de San Blas, Benalúa, el Plá y Carolinas, Los Ángeles, La Florida y San Gabriel... Así se iniciaba la expansión urbana, estimulada precisamente por el aumento de habitantes - en 50 años se duplico el censo -, dando lugar a la creación de varios barrios. Así, antes de finalizar el siglo XIX, el territorio alicantino conoce la creación del Plá del Bon Repós -- nacido en una extensa planicie en la que solo existían bancales de tierra de secano, donde se cultivaba cebada -, año 1885-, que ya en 1910 anotara 39 edificios de un piso, y cinco de dos, con un total de 155 habitantes.
Carolinas data de 1886, siendo la del Sol la primera calle construida a base de casas de una sola planta. La calle tenía su entrada por la parte de Villafranqueza y su salida por la del Garbinet. El barrio toma este nombre por su semejanza con el archipiélago español de las Carolinas, evidentemente anárquico en su concepción urbanística producto de la improvisación. Simultáneamente, la expansión se produce en San Blas y en San Gabriel, entre otras áreas locales, como en el caso de Benalúa; crecimiento de población que vendría a acentuar uno de los mas graves problemas de aquella ciudad de finales del siglo XVIII: la dotación de agua potable, que no es suficiente. "Cuando la ciudad cuente, dice Guardiola, con un abastecimiento completo de aguas potables, y pueda disponer del liquido necesario para el riego de sus calles y jardines y para su alcantarillado, las condiciones higiénicas cambiarán de un modo felicísimo y podrán desaparecer los temores a las invasiones epidémicas, y la industria, aprovechando los saltos de agua para sus motores, arraigará en el país con floreciente desarrollo".

Tampoco fue fácil la solución. Pues hasta el penúltimo año del siglo no conocería la capital ya enriquecida por el titulo de Ciudad Heroica, otorgado en 1881 por Alfonso XII, ((por sus ilustres antecedentes y por su acreditada y constante adhesión a la Monarquía Constitucional)) la llegada de las aguas de Sax. Hasta entonces, el agua era escasa y cara. Enfrentándose con el problema, el alcalde Manuel Gomiz Orts convoca un concurso para el abastecimiento de agua potable, debiendo contar el ofertante ((con un caudal diario de 4.000 metros cúbicos)). El suministro fue adjudicado a una empresa que poseía ((cinco pozos artesianos en los llanos de Sax, distante 40 kilómetros de esta ciudad, cuyo caudal de aguas es de 130 litros por Segundo)). Así resolvía Alicante un gravísimo problema, cerrándose una larga etapa de incidencias que incluía hasta la curiosa instalación de una maquina destiladora de agua del mar, que fue situada al pie de la sierra de San Julián y que permaneció en funcionamiento durante dos años, hasta 1882. Fue precisamente en 1880 cuando Alicante iniciaría un despegue promovido por el vino, su exportación a Francia, al haberse registrado en el vecino país una invasión de filoxera que acabo con sus viñedos casi totalmente.

Mercado Central
Portal de Elche 1913
Como consecuencia, se produciría la firma de un Tratado comercial entre España y Francia, que alcanzaría una duración de doce años. A lo largo de ese periodo de tiempo, Alicante, puerto principal de embarque, conoció la llegada de importadores franceses -algunos de ellos terminarían por afincarse aquí- y la inmigración de centenares de familias procedentes, en casi su totalidad, de tierras manchegas. La riada de vino remitido desde nuestra provincia -50.000 hectáreas dedicadas totalmente al cultivo de la vid- y de otras cercanas, como Murcia, Albacete y Ciudad Real-, atrajo la mano de obra para las actividades de carga y descarga en los muelles del Puerto y extensas zonas inmediatas. Aseguran los expertos Cernuda y Marhuenda que una parte de estos vinos, ((de una gran fuerza y color, principalmente, como eran los nuestros alicantinos de algunas zonas, con mucho extracto, un poco ásperos debido a los métodos de elaboración y que servían de materia prima para que los franceses pudieran seguir poniendo en los mercados mundiales sus buenos vinos, a costa de los importados)). "Mientras beben los franceses, comen los alicantinos", se decía entonces.


Fue una época brillante, en el sentido comercial y laboral. Circulaba el dinero, se edifican decenas de casas en los barrios periféricos; se construye la carretera de Alicante a Alcoy por la Carrasqueta; contaba la capital con dos refinerías de petróleo, cuatro fábricas de harinas, una de chocolate; empieza a funcionar la compañía de alumbrado publico y calefacción por gas; abre el primer asilo de ancianos, en la calle del Cid; se reorganiza el Parque de Bomberos, se inaugura la Casa de Socorro en la primera planta del Palacio Municipal; la Sociedad Económica de Amigos del País convoca (1882) un certamen en el que, fiel a los principios de la entidad, muestra una evidente preocupación por los problemas de la provincia.
En efecto, los temas elegidos constituyen un curioso sumario sobre la actualidad:
  • 1º Estudio sobre la agricultura de una de las regiones naturales en que puede dividirse la provincia de Alicante, comprendiendo los cultivos más usuales, de secano y regadío, número de labores anuales para cada uno, precios medios de los jornales, cantidades de abonos usadas, de agua para el riego y rendimiento de las cosechas.
  • 2º Estudio sobre las industrias que pueden introducirse en las diferentes regiones de la provincia.
  • 3º Estadística del movimiento mercantil verificado por una de las Aduanas de la provincia con las consideraciones oportunas sobre las variaciones que experimentan las corrientes de la riqueza y sus consecuencias más útiles para el comercio.
  • 4º Cartilla de conocimientos útiles para que sirva de libro de lectura de las escuelas, en que los ejemplos sean tomados de cosas y hechos de la provincia.
  • 5º Estudio sobre los valencianismos o palabras, frases y modismos que los valencianos suelen usar al hablar el castellano, con su verdadera equivalencia castellana.
  • 6º Romance popular en que se narre la vida y hechos de San Nicolás de Bari, Patrón de Alicante, y los orígenes e historia de ese patronato.
Con relación al primero de los temas, he aquí la curiosa distinción que hace la Sociedad Económica de las regiones naturales alicantinas: A, La Montaña (partidos judiciales de Alcoy, Cocentaina y Jijona); B, La Marina (partidos de Villajoyosa, Denia, Callosa de Ensarria y Pego); C, Huerta de Orihuela (partidos de Orihuela y Dolores); D, Región de las sequías (partidos de Elche y Alicante) y E, Región innonimada, formada por los partidos de Villena, Monovar y Novelda.
El Tratado comercial con Francia terminó en 1892, y en esos doce años de vigencia Alicante había superado los 35.000 habitantes y exportado al país vecino, solamente en un año (1885), la cantidad de 91.000.000 de litros de vino. Se exportó cuanto se quiso. lncluso llegó a decirse que, de haberse ampliado el Tratado, "Alicante hubiera podido enlosar con Luises de oro su magnifico paseo de la Explanada". El desarrollo del importantísimo acuerdo comercial es coincidente con la elaboración y entrega del Plan de Ensanche (1887), formulado por el arquitecto José Guardiola Pica, aprobado en 1890 por el Ministerio de Fomento y ratificado con los beneficios correspondientes a la Ley de Ensanche, privilegios idénticos a los otorgados a Madrid y Barcelona, en 1896.



Playa del Postiguet 1930
Antes de finalizar el siglo, se desarrolla el proyecto orientado a desmontar la Montañeta, la explanación de la avenida de Alfonso el Sabio, ampliación de las zonas locales de alumbrado publico y privado, creación de la primera línea telefónica (1884) entre los Gobiernos civil y militar; comienza la construcción de la cárcel de Benalúa, se inaugura el ferrocarril de Alicante a Murcia, se desarrollan las obras de reedificación de la plaza de toros, nace el Paseo de Gómiz, inicia su andadura el Real Club de Regatas... y aparece el tranvía. Cuando concluye el siglo XIX, la vitalidad industrial y comercial de la capital se resume en estos datos; una fabrica de tabacos, refinerías de petróleo, fábricas de aserrar madera, de sacos, tejidos, cerámica, alfarería, varios centros docentes, entre ellos los colegios de San Luis y San José, Jesús María, Escuela Modelo, Escuela de Comercio.. .Anotemos que por aquella época de finales de siglo figuraban en la guía hotelera local las posadas de La Balseta, de Francisco Gomis, en la calle Calatrava, 11; de la Higuera, de José Guillen, en la Rambla,19; de La Unión, de Ors e hijos, en la Rambla, 27. Entre las fondas y restaurantes, la de Bossio, de Pedro Bossio, en Duque de Zaragoza, 2; de La Marina, de Joaquín Hernández, en San Fernando, 17, y la del Vapor, de Francisco Fernández, en la Puerta del Muelle.



Playa de La Albufereta 1930
En cuanto a las horchaterías establecidas en la ciudad, permanecían en funcionamiento cerca de 20. La preocupación por el turismo se manifiesta en 1896 al quedar constituida en el Ayuntamiento la "Comisión de Propaganda del Clima de Alicante", a la que seguiría una Junta especial para la propaganda del clima de Alicante, y apenas comenzado este siglo se advierte la preocupación municipal por determinadas mejoras locales, como el Parque de Canalejas, que había de servir de prolongación de la Explanada de España; continuar las obras de Alfonso el Sabio, hasta la estación ferroviaria de MZA, y en cuanto al Puerto, la creación de la Junta y las necesarias obras de reforma y ampliación que empezarían a desarrollarse merced a la valiosa gestión personal de Canalejas, resultaron evidentemente positivas. Se inaugura la nueva cárcel, comienza la construcción del Cuartel de Benalúa, nacen y debutan (1902 y 1905) el Orfeón Alicante y la orquesta de bandurrias y laúdes La Wagneriana, y en 1906 se inaugura el Ateneo.

Desaparecida la Montañeta, Alicante conoce en la primera mitad de este siglo un amplio programa orientado a la creación de anchas avenidas: la Rambla de Méndez Núñez, Alfonso el Sabio, Ramón y Cajal, Gadea, Soto, Mola, Marvá, Doctor Soler, Salamanca, Juan Bautista Lafora y los ensanches efectuados en las avenidas de Alcoy y Jijona, entre otras soluciones aplicadas como consecuencia del creciente tráfico rodado. Pero no se hizo caso a las "Soluciones de urgencia" propuestas por el urbanista Guardiola Picó:
  • 1º, Hacer desaparecer la aridez de la falda del Benacantil por medio de plantaciones de trepadoras que necesitan poca agua para desarrollarse.
  • 2º, Limitar la zona de edificación en los barrios altos, haciendo permutas de sus terrenos con otros del barrio de San Fernando, a fin de que en aquellos barrios vayan desapareciendo sus vetustas casas (se refiere a la llamada "zona típica"), sustituyéndolas por arbolado.
  • 3º, Reformar radicalmente las alineaciones de las calles del Cid, Pelota, Desamparados, San Quintín, Orito, Valdés, Velarde y Lanuza.

Hospital Provincial ( El Plá ) 1927

En el decenio de los años treinta son inaugurados el Palacio de la Diputación Provincial y el Hospital, ambos en 1931; también abre sus puertas el novísimo edificio del Gobierno Civil, construido en el corazón de la Montañeta e inaugurado por Franco el 30 de mayo de 1950. El llamado "Boom turístico", que se inicia en los años sesenta, constituye una espléndida oportunidad para propios y extraños. Los primeros, por su amplia oferta, tanto en el interior del casco urbano como en las zonas limítrofes, muy especialmente en Carolinas-Garbinet, donde se construyen varios millares de pisos; en el exterior y principalmente en la zona costera, que goza de tantos atractivos, los forasteros y los alicantinos buscan su segunda vivienda entre los millares de apartamentos que se construyen junto a las playas de la Albufereta y San Juan, dos zonas marítimas que disponían de una estrecha carretera desde los años treinta, cuando el Ayuntamiento pretendió crear una Ciudad Satélite en una extensa parcela de costa que se iniciaba en el Cabo de las Huertas y concluía en el limite con Campello.



Playa de San Juan de Alicante 1933 (Quien te ha visto y quien te ve)
Pero las incidencias políticas se encargarían de echar a tierra el importante plan municipal concebido por el alcalde Lorenzo Carbonell. Por otro lado, gran parte de las reformas locales y de la construcción de nuevas viviendas había de producirse como consecuencia de los graves daños que sufrió la ciudad durante la Guerra Civil, al estar casi continuadamente azotada por los bombardeos de la aviación; este castigo provocaría la muerte, también, de decenas de personas. No es posible olvidar en el recuento de estos últimos años la creación de la Universidad Alicantina, que encontró en la capital un calor y un ambiente adecuados, fruto de la labor del Centro de Estudios Universitarios, y alzada en terrenos que ocupara el antiguo aeródromo de Rabasa. Paralelamente a este bosquejo anecdótico, basado en algunos de los puntos fundamentales de la historia alicantina del último siglo y medio, el despliegue de las actividades culturales, recreativas y folklóricas ha encontrado un ancho campo de acción, tanto por la imparable labor de las entidades privadas, como por el calor que a toda iniciativa han prestado numerosos organismos oficiales.



Hoguera "El Tranvía" del Barrio de Benalúa 1928
Las fiestas de la capital, las Hogueras de San Juan, nacidas en 1928, constituyen año tras año una nueva y sugestiva aportación artística, que ha sido recientemente refrendada con carácter oficial con la distinción de Fiestas de Interés Artístico Internacional. En realidad, todo empezó cuando Alicante derribó murallas para conquistar terrenos donde extender la "nueva ciudad", esta que se nos ofrece ahora como resultado de unos afanes que no resultaron estériles, aunque sí difíciles.

 



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